13 de enero de 2010

Ana Helena

Ana Helena, Ana Helena, Ana Helena, escribía Christian línea tras línea sabiendo que le es imposible acercarse a ella.

Ella, Ana Helena, siempre estaba con todos los muchachos, coqueteando, sonrojada con ese disfraz que tanto le agrada, el de oveja siendo lobo. Ana Helena… siempre tan extrovertida, tan libre, tan fugaz, tan… tan… antojable.

Christian la soñaba, día tras día, tenerla de frente en el sillón, usando sólo ese colguije extraño que trae puesto a diario. Pasar la superficie de los dedos por todo ese cuerpo perfectamente moldeado y llegar a donde todo el universo explota. Tomar un hielo y deshacerlo en su espalda, besarla, tomarla, simplemente adorarla en la suavidad inmensa de la seda y la calidez llameante de su piel.

Es irónico que  muchos han estado antes con ella, justo como Christian la sueña… su Ana Helena, sí, muchos hombres atractivos la han amado y qué envidia les tenía Christian no por ser atractivos, si no por ser hombres, ya que Christian por puntada de su padre tenía una sola cosa de un varón, el nombre.

1 comentario:

  1. Tienes una habilidad peculiar para manejar el erotismo tan sensual e insospechadamente, encubierto en palabras inocentes...
    ¿Quién iba a imaginar que aun con la extensión de la palabra universo, se puede hablar de tantas cosas... y a la vez de un solo punto esperando esa explosión?

    Lo tuyo es romanticismo puro... derrochas sensualidad en tu forma de escribir.
    Una atracción imposible, una pasión "prohibida". Y aun con todo, es más bello que todo lo que quizá Ana Helena alguna vez sintió por cualquiera de esos hombres.

    Bienhallada sea Christian por tener la capacidad de amar así. Solo espero tenga un desenlace distinto, y sea dichosa.

    :P

    ResponderEliminar