23 de diciembre de 2010

Munditia

Esperaba ansiosa el alba para poder tomar del Sol los rayos dorados que descienden hasta el río, convirtiéndose entonces en hilos para bordar. Esperaba poder ensartar la aguja y pasar por el lienzo la hebra entera, hilvanando el encaje que las diminutas olas del río formaban para ella y su vestido, que por el día, está lleno de luz del color del oro... que por la noche, borda de plata... y en algunas tardes lluviosas de todos los colores que el arcoiris pueda darle. Los hilos le llueven, transparentes los de agua, algunos adornos pequeños con granizo.

Un vestido de fiesta que usará el día en que muera.

A veces, su vestuario es blanco y helado, por la nieve que le llega. Otras tantas, se vuelve negro ante la ausencia de Luna o estrellas, suavecito por las nubes, o simplemente verde por los campos.

Cada momento, ansiosa y vanidosa, bordando siempre algo nuevo, vistiendo en todo momento diferente. El problema es que su tez se va manchando, al igual que su vestuario, los hilos de lluvia ya no bajan transparentes... a veces, los del Sol llegan incompletos, al igual que los de Luna. Los arcoiris se niegan a volver, cada vez con más frecuencia, y los campos, se vuelven opacos.

Ahora, está pensando en lavar su ropa con líquido de la vía láctea, está pensando quitarse la ropa y quedar limpia de todo... para quedar libre, desnuda e inmaculada aquella que ya no es virgen... aquella que ya no es pura.

Ese día, el día en que ella decida que sus vestiduras han sido rasgadas sin motivo y no valga la pena seguir bordando, se quitará todo... porque los hilos ya no encajarán en su vestuario... porque ya no habrá más adornos ni colores vivos. Ese día, comenzará nuestro apocalipsis.

5 de diciembre de 2010

Seguir siendo...

Con el anochecer de cada día va mermando el agudo dolor.
Con cada amanecer la aguja vuelve a incrustarse más.
El avanzar o retroceder es indistinguible.
Ver la luna me recuerda un poco quien soy... o solía ser.
Ver el sol me confunde un tanto más.
Yo que habitante de la eterna oscuridad decidí encenderme en llamas con el terrible calor del sol, que al inicio era tibia calidez y después desenfrenada llamarada.
Debo volver a mis inicios, regresar a la oscuridad donde he nacido, para recordarme, reconocerme y saberme.
Antes de seguir debo hallar quien soy, cual es el inicio de esta ‘yo’ que no conozco y definir cual ha de ser su final o lo que alguien denominaría ‘su inevitable evolución’.
Para seguir debo encontrar mi corazón y aferrarme a su palpitar, saber lo que dice, conciliar y reconciliar con mi pensar, lo que fui, lo que soy y he de ser.
Antes de seguir debo perdonar, a mi y a ti.
Y con todo eso ser capaz de seguir siendo.

5 de noviembre de 2010

Banca Rota

Me declaro en banca rota
Se agotaron los recursos y los números son rojos.
No tengo más que dar, ni bueno, ni malo.
No tengo pensamiento, o llanto propio, todo ya es prestado.
Hasta las letras se fueron, posesión preciada de la que siempre gocé.
No tengo la vida, ni la alegría o las ganas de la mañana.
No me devuelve el ánimo ni la ducha fría o la leche con chocolate.
Me declaro en banca rota... hasta obtener un crédito que no cobre intereses.

27 de septiembre de 2010

La verdad

Con la luna escurridiza detrás de las nubes que apenas dejan filtrar algunos de esos rayos que ayudan al corazón a palpitar.
Con la luna que te ha visto en un momento destruirme por juego el corazón y volverlo a reconstruir.
Con la luna que no quiere ser testigo de mis solitarias lágrimas de este lado del cristal y por eso mismo se esconde para que no pueda mirarle más, para que no pueda reclamarle más, para que no pueda escribir más.

Es con esa luna que mis dedos se deslizan esta noche para decir la más pura de las verdades, en un momento de decadencia y soledad.

Te Amo.

Y es esa misma verdad la que hace que las nubes se aparten y la luna vuelva a mirarme a los ojos y sonreírme; sonreírnos para agradecernos porque hace un año atrás, hicimos que firmara con su luz el pergamino de nuestra piel, haciéndola testigo de esta promesa de amor.

9 de septiembre de 2010

Quiero

Quiero sentarme en el balcón, que el aire inunde de oxígeno mi cabeza y que mi corazón pueda por fin aminorar su estrepitoso paso.

Quiero volver al abandonado libro que de tanto no leerlo se ha cubierto de polvo y promesas de “hoy sí, una página a lo menos”.

Quiero escuchar qué es lo último que le pasó a ella y ponerle atención, hacer comentarios curiosos y ver ánime juntas.

Quiero ver televisión, una película o un programa de cocina. Quiero comer rico y tomar el sentido y sabor de la comida.

Quiero caminar sin prisas, respirar despacio, levantar las manos, abrazar a todos y jugar fútbol.

Quiero tenerte aquí a mi lado, saborear tu aliento, sentir tu calidez y tus brazos siempre abiertos para mi.

No quiero el mundo entero hoy, sé que lo tendré mañana, pero por ahora sólo quiero un poco de eso para ser feliz.

8 de junio de 2010

Llanto

Quien es esa aquella que se ve hermosa llorando?
hace bajar una lluvia negra, salada y ácida
con los ojos fijos a ella misma, se observa y se recorre
alguna vez has probado el llanto?
a mi me sabe a tranquilidad
a ella le sabrá igual?
ahora se ve con interrogación
prueba sus propias lágrimas y parecen saberle bien
toma un pañuelo y limpia sus lágrimas
pero parece que la fuente de donde provienen es inagotable
se rinde con el pañuelo empapado y prefiere seguir llorando
no para de verse
pero yo debo parar de verla
miro mis manos con el ennegresido paño
me pongo triste
y ahora lloramos juntas.

Tomado del libro:
Diario de una loca.
Página: del llanto se le ha borrado el número.
Autora: Eritia Istar K-rol

16 de mayo de 2010

Abrázame


Desaparece con ello la ira que ha venido de la nada.

Contenme un momento con la fuerza de tus brazos e irá mermando aquello que no debe estar ahí.

Perdona si al principio observas un rechazo, pero es una reacción para no mostrarme débil.

Cuando estoy sola soy fuerte, cuando hallo compañía, no soy más que la endeble sombra mía.

Tal vez por ello mi molestia, porque aún no hallo mi fuerza contigo y sólo e visto mi debilidad.

No sé como crecer con alguien, siempre fui sola contra el mundo, incluso contra los míos.

Abrázame entonces con tu compañía y muéstrame como hacer esto.


Te pido también te abraces a ti mismo en la conciencia de tus equivocaciones para ambos conocer el motivo de nuestro enojo y pasa de él juntos.

1 de marzo de 2010

Joshua


Joshua:

Inconcebible es la idea de tenerte sin sufrir de una enfermedad mental, increíble el hecho de volver a verte,  gusto enorme y una gran confusión me invadieron al encontrarte así, sentado al frente de mi escritorio como solía hacerlo yo a los 14 años. Así, con la misma mirada y ese azul en los ojos que sólo veo cuando apareces frente a mi.

Jamás había escuchado que alguien como tu regrese a la vida de su amigo después de 20 años. Aunque tampoco he sabido de alguien que te encuentre como yo. El mundo entero me mandaría al psicólogo y el psicólogo declararía completo estado de esquizofrenia.

Es bueno saber que estás aquí, de vuelta a regañarme, acompañarme, aconcejarme aunque desaparezcas a cada rato y me asustes cuando reapareces sin previo aviso.

Sabes? a pocos les hablo de ti pues nadie entiende. Cuando se lo conté a ella, creyó que eras una broma y a él, él debe pensar que no hablo en serio y que contarle de ti es una forma de decirle lo que pienso realmente. Tal vez tuviera un poco de razón, pero la realidad es que te veo. No eres un fantasma, los fantasmas no crecen con los años, a decir verdad no sé si los amigos imaginarios lo hagan, pero mientras tanto me da gusto ver que seas el tipo que eres ahora.

Aunque tengo un par de cosas que pedirte, por favor, si vas a susurrarme cosas al oído para que nadie más escuche, no me ocasiones escalofríos y si aparecerás sin previo aviso procura que no sea de noche, sabes que me asusta, sí, aún soy asustadiza como a los 4 años cuando tu llegabas a salvarme. 

Es extraño lo que me cuentas, que siempre has sido tu el que me salva de mis pesadillas o por lo menos lo lograbas de algunas, porque por alguna razòn en muchas de esas noches de sudor frío en la espalda, temblores y miedos no estabas ahí; pero ahora basta con decir tu nombre para que aparezca tu silueta vigilante a un lado de mi cama y así espantes al maldito ente de los malos sueños.

Lo cierto es que no sé si terminaré entre más paredes blancas, alejada de todos, incluso de él, pero si llega a ser así, promete que me ayudarás a salir, a volver con él y contigo a casa.

Te quiere

Eritia


P.D. Perdón si no vuelvo a escribirte misivas como esta, es sólo que no me tengo permitido mencionarte mas o de verdad perderé lo poco que he recobrado de cordura.

Tomado del libro:
Diario de una loca.
Página: imaginaria.

Autora: Eritia Istar K-rol

Recuerdo, pesadilla...

Te vi bajar, estabas con los ojos carmesí y apenas podías sostenerte oscilando sobre tu eje, haciendo ese singular equilibrio que hacen aquellos que como tu desprenden alcohol por los poros, saben a alcohol bajo el sol y huelen a problemas.

De inmediato levanté la alerta roja. Me juré que manejaría esto lo mejor posible, no por madurez o porque quisiera que estuviéramos bien, sino por miedo, ese sentimiento que suele hacerme reaccionar con la mayor cautela, por el recuerdo, casi pesadilla, que vuelve a mi cabeza de ese trauma infantil que creí olvidado pero que contigo renace.

Tomamos un auto para que, según tu, me escoltes a casa. Durante el camino cuestionas cosas sin sentido a las que yo asiento dándote la respuesta que deseas y te voy sobrellevando sin enojos. Declaro el primer triunfo de una batalla en una guerra que va comenzando, pero es ya un avance haber llegado a casa. Te pido que desvíes tus pasos a tu hogar pero afirmas que quieres seguir conmigo, con movimientos pensados y repensados te abro las puertas y te dejo entrar y parece que estuviera viendo el fantasma de mi padre, aquel ente que pasaba de ser el guardián protector al mounstruo aterrador. Me vi como mi madre, e incluso recordé sus actitudes y astutos comportamientos para que todo fuera lo mejor posible, y en ese momento descubrí que yo ahora como ella en aquel entonces, sabía que esto terminaría mal.

Subimos las escaleras, bajé mis maletas, junto con lo que había traído conmigo de infancia, buscando de alguna forma la protección. Hiciste que me sentara a tu lado en la cama y nos recostamos, por un momento creí que todo estaría bien, que te quedarías dormido y despertarías con la nueva actitud, pero no fue así. Comenzaste a discutir nuevamente con cosas sin sentido, pero esta vez una mala respuesta daría inicia a una nueva batalla en la que quedaría determinada la guerra, no habría tregua.

Comenzaste a levantar la voz, reclamando cosas que yo no entendía, me diste miedo, me alejé, en tu inconciencia tuviste lucides para darte cuenta de lo que me pasaba, intentaste consolarme con un método extraño, echándome la culpa de sabe Dios cuántas cosas, pero en especial, culpándome por tu enojo. Aún sabiendo que no había culpa en mi acepté ante tus ojos lo que decías y pedí perdón, te pareció falso y comenzaste a hacer el alboroto. 

Tal vez sin darte cuenta me empujaste y bajaste enfurecido pidiendo que abriera las puertas para que te fueras, por un momento creí que podría rescatarte, rescatarnos. Intenté hacerte cerrar la boca con un beso que me supo a vino amargo, a vinagre; desquiciada de mi iba a apartarte pero tu lo hiciste antes, con ferocidad me tomaste de las manos y con toda la urgencia de tu desesperada rabia me llevaste contra la pared, me tomaste por el cuello y ordenaste no intentara eso de nuevo...

Me rompí y reconstruí en segundos, me dí cuenta de que la historia no se repetiría, que yo me desharía de los esquemas y que tu no volverías a estar en mi vida. Te abrí las puertas y así saliste de mi casa, de mi corazón y de mis entrañas. Te corrí riéndome de ti y de mi. siendo feliz porque no pasaría lo mismo que mi madre.

Al otro día llegaste con la cola entre las patas alegando no recordar nada, preguntáste qué había pasado que me tenía así, indiferente a ti, fría y fuerte. "Hiciste algo que jamás debiste" te dije. "Lo siento, no recuerdo nada" fue tu frase respaldada por un ramo de flores que vi con desdén igual que a ti que se te notaba nuevamente el coraje escondido detrás de los ojos de expresión triste "con que lo recuerde yo basta" te dije temblorosa, sabiendo que no debía temerte y sin embargo lo hacía. "No puedes culparme por algo que no recuerdo" dijo serio, amenazante "no puedes obligarme a hacer lo que tu digas" me di la vuelta, escuchando sus rodillas estrellarse contra el piso, observándolo en el reflejo de los cristales de una puerta "vuelve, o en tu conciencia caerá mi muerte" replicó desesperado "el mundo me lo agradecerá" fueron las últimas palabras de una débil a un cobarde...

Y como siempre despierto empapada en lágrimas apenas pudiendo respirar deseando que esa pesadilla no vuelva ni en sueños...

6 de febrero de 2010

1540 d.C (Capítulo 2: Libertad)


Mi padre decidió mi destino desde que nací, mi madre lo aceptó sumisa y ahora yo estoy hirviendo de coraje. Muy gentiles al comprometerme desde infanta, lo cierto es que no necesito de hombre alguno para vivir. 

No paro de discutir con mi padre, pero esta vez ha cruzado la línea de lo tolerable, por primera vez le alzo la voz de frente y le aseguro que no haré nada de lo que el ordena, mucho menos entregarme a ese inútil engreído.

Como la primer locura de mi vida decido huir, no soportaré que me traten de esa forma, como una niña o peor aún, como un objeto. 

La siempre fiel obscuridad me cubre en mi momento de arrebato y me escabullo por las habitaciones. Curiosamente me pierdo en mi propio castillo gracias a las pobres indicaciones que Joshua me da de algunos pasadizos secretos por si algún día decidía hacer lo que hoy.

Al final encuentro un muro, bastante alto, pero jalo unos barriles para poder subir, y trepo con tantas fuerzas que al estar arriba pierdo el equilibrio y caigo. ¡Maldición! me levanto con toda la dignidad que me es posible y cubro toda insignia delate quien soy; aunque ahora soy una tonta, pues no tengo idea de a donde o con quien he de ir, no tengo conocidos ni amigos. 

En mi desesperación comienzo a caminar distraída por el pueblo, un pueblo desconocido para mi, tropiezo con unos hombres, y comienzo a pensar en algo que hacía mucho no sentía, tengo miedo y me doy cuenta que me encuentro completamente desprotegida, la primera puerta que hallo pertenece a algo que parece un lugar de reunión; entro sin pensarlo y me acerco a la barra que está al fondo, veo botellas -Lo más fuerte que tengas- apenas atino a decir de acuerdo a las circunstancias y el lugar, el cual no denotaba que ninguna dama pusiera pie ahí.

Lo tomo de un sorbo, el sabor es detestable, pero esto me hace reaccionar de alguna forma, apenas y doy otro vistazo al lugar observando que las únicas mujeres dentro somos la tabernera y yo, entonces prefiero salir de ahí lo antes posible. Camino donde apenas alumbra un farol, pero escucho carruajes y caballos, alcanzo a ver que pertenecen a mi padre y van armando un alboroto buscando a la hija del rey.

Huyo en sentido contrario a ellos, siento que algo resbala de mi mano pero no me importa, lo que necesito es escapar de ellos, no pienso volver donde el albedrío se reduce sólo a una utopía. Apenas y puedo ver en las oscuras calles y vuelvo a caer, pero esta vez alguien me tiende la mano, una ayuda que rechazo al levantar la vista y darme cuenta de que es uno de mis captores y en menos de lo que ahora lo digo, me encuentro ya dentro del carruaje de vuelta a la jaula, pero estoy segura que pronto volveré a encontrarme en esas calles que me dan lo que mi corazón pide a gritos... libertad.

28 de enero de 2010

No muy lejos...

No se había visto así hace mucho.

Esa mañana abrió los ojos 
escuchar el despertador fue un extra
ya estaba despierta
con la certeza de que aparecería.

A lavarse los dientes
le puso su mejor sonrisa al espejo
no fue suficiente,
con la facha de la mañana 
es mejor lavarse la cara
y sentir el agua helada.

Todo va mejor, pero hace frío
decide volver a las cobijas
con ese clima el vendría con las manos heladas
pero ella las besaría y
las tomaría entre las suyas para calentarlas.

Pero el celular tenía que sonar,
sonrió al ver su número
el dijo hola, ella saludó
y brincó de la cama.

A ella le gustan mucho las ventanas
pero esa mañana las odió
pues al abrirla había un vacío
y una voz que desaparecía la emoción.

Es un detalle
una nimiedad
algo sencillo
pero le dolió.

Sólo pudo pensar que
no muy lejos del enojo 
le atañe la tristeza.

26 de enero de 2010

Nubes

Oye!, escúchame un segundo ¿si?
No dejes que me aprisionen las marañas de mi cabeza, que vuelvan a renacer después de que las había detenido, luego de que mi locura había desaparecido, no las dejes.
No permitas que te capturen y te mantengan encadenado a mi.
Ten cuidado que podrían confundirte.
Pues hoy ha caído una nube, me la quise comer, pero no pude, se me resbaló entre los dedos.
Yo no quiero dudar de mi cordura y no quiero que tu lo hagas, pero debo confesar que:
hay mañanas en las que despierto y no sé donde estoy
hay madrugadas en las que despierto y no sé quien soy
hay noches en las que intento dormir y no puedo
hay tardes en las que me veo en el espejo y no reconozco mi imagen
hay días completos en los que un ser invisible para ti me acompaña y sólo tu lo sabes, porque sólo tu lo entiendes.
Pegué palabras en mi ventana para recordar algo y despuès olvide su significado
Tengo amigos que me conocen y otros tantos que no, pero sólo tu has tenido la puerta abierta para ver todo lo que hay, incluso esas marañas de ideas que no me dejan en paz, incluso aquellas cosas que me declaran insana mental o loca, como dirían en los lugares de las paredes blancas... como me dicen aquí.
Escucho el tintinar de mis pulseras, creo porque lo que siento en las muñecas es más pesado y me tienen atada, Joshua ha dicho que son grilletes, pero me rehúso a creerle, suenan tan lindo.

Tomado del libro:
Diario de una loca.
Página: Nublada
Autora: Eritia Istar K-rol

20 de enero de 2010

A...

Sin embargo seguía suplicando que él regresara, sólo el viento la escuchó, su respuesta:… agitar su alma.
Una oscuridad tan negra como el alma creadora del mal, como la noche sin astros en su infinito; la dejó perpleja, asustada. La voz…aquella que siempre la había aconsejado, que le decía lo mal que había hecho al dejarlo ir…-tu consuelo… un espíritu- decía. No sintió miedo, tranquilidad… nada más.
El invierno, por la tarde, a través de la ventana se veía al cielo llorar lágrimas dulces y casi tan gélidas como el hielo. El frío calaba en los huesos hasta provocar el temblor de su cuerpo, ella llegó al lecho cada vez más tibio y que ausentaba el helado clima. Paz infinita. Los brazos de aquella que siempre cuidó de ella, tan suave como el alma que tenía por dentro. Aquella señora, con todas sus letras, le había enseñado lo suficiente para la vida, le dio alas y la dejó ser libre, volar y caer. Aquella en cuyos ojos ves la infinita bondad. Se iba desvaneciendo en el fondo, en la mente, en el recuerdo, a lo lejos.
Ella, ruegos al cielo -¡que no se vaya, me dio la vida!- y soltó el llanto más amargo, como aquel que pierde todo lo que más siempre quiso, lo único que poseía, como el pequeño al nacer y no poder respirar. Sus lágrimas eran tan frías como aquella lluvia de invierno, rasgaban sus mejillas, no por ser álgidas, sino por ser hielo y navajas que nacían por el dolor de lo perdido.
El viento, la oscuridad, la voz: - tu respuesta…un espíritu-.
Amores distintos, de gran parte de su vida, perdidos en un mismo momento, desaparecidos en la nada.
Remordimientos, temores, incertidumbre. ¿Qué pasará con ella?, ¿Qué será si un día olvida el amor?, ¿Porqué se le va como el humo?, ¿Por qué se lo quita? Ella no puede responder.
El viento, la oscuridad, la voz…-tu esperanza…un espíritu-.
Ella sumergida en su tristeza intenta hablar con aquel desconocido acompañante de toda la vida.
- ¿Cuál es tu nombre?
- Tú lo sabes
- ¿Te conozco?
- Desde siempre
- ¿Quién eres?
- Tú
Sorprendida, toma tiempo para conversar con esa voz… con su conciencia, amiga incompresible y a veces incomprensiva, buena consejera pero en momentos mala acompañante. Platicaban:
-          ¿Por qué se fueron? Dijo ella
-          No se fueron- contesta la conciencia.
-          ¿Entonces?
-          Tú te fuiste
-          ¿Yo? Pero si aún quiero estar con ellos, ¡los amo, no puedo irme!
-          Tuviste que convertirte en un espíritu.
-          ¿Estoy muerta?
-          No, aún sólo un espíritu. Nadie muere, siempre permanece.
-          ¿Puedo regresar?
-          Sólo si tú quieres.
-          ¡Quiero! Pero… ¿cómo?
-          Un espíritu, lo he dicho.
-          Ya lo soy. Lo dijiste.
-          No, ser algo más que un fantasma
-          ¿Qué?
-          Lo que quieras.
-          Humana nuevamente.
-          He dicho un espíritu.
-          Entonces en un ser que cuide de ellos todo el tiempo, que no me separe un solo instante de mi madre y de él.
-          Puedes ser eso, pero hay consecuencias
-          ¿consecuencias?
-          Los cuidarás por siempre y estarás junto a ellos, pero no podrán verte ni platicar contigo frente a frente, sólo te escucharán en sus sueños y no lo recordarán en sí.
-          ¿Podré consolar sus tristezas?
-          Sólo aferrándote, pero… No podrás estar con ambos.
-          ¡Dijiste que estaría con los dos!
-          No afirmé ello.
-          Sabes que a él y a mi madre los amo.
-          Tendrás que escoger.

Y cayendo en una profunda tristeza, se puso a meditar hasta concluir que son amores diferentes pero ambos eran igual de fuertes. Entonces decidió preguntar:
-          ¿Existe otra solución?
-          ¿No puedes con tal carga?
-          El amar no te permite escoger o dejar a alguno.
-          ¿Es tan complicado?
-          Sí, insisto, los amo con toda el alma y ahora comprendo que no puedo estar sin ella que es la mujer más especial, o sin él, que es un hombre único… cómo lamento no haberme disculpado y despedido.
-          Sabía que no podías elegir. Entonces…
-          Entonces me dejarás regresar y estar con ellos.
-          No, pero tienes otra opción…
-          Dila, no calles.
-          Puedes convertirte en una estrella.
-          Pensé que las estrellas eran planetas en llamas.
-          Son personas que no pueden ser olvidadas.
-          Entonces ellos me aman.
-          Eso es seguro.
-          Y ¿para qué quiero ser yo una estrella?
-          Porque ellos cada noche mirarán el cielo, de alguna forma sabrán que eres tú y podrás verlos, lejos, pero los cuidarás y tu luz siempre les dará esperanza.
-          En la estrella existiré.
-          Una de las más brillantes.
-          Pero… déjame regresar y decir adiós.
-          Nadie tiene esa oportunidad.
-          Sólo un día, no pido más, para estrecharlos contra mi corazón y decirles que los amo.
-          Toda tu vida lo demostraste.
-          Es sólo un día, para amarlos un día más, uno solamente.
-          Sólo un día será.

Amaneciendo estaba, cuando su madre llamó a su puerta y de un estrepitoso salto se lanzó a sus brazos llorando:
-          Madre, he soñado que me iba, que desaparecías y que él también lo hacía, y que me convertiría en ángel y luego en una estrella para cuidarlos!
-          Tranquila, segura estoy que si estrella fueras, serías la más brillante. Yo no me iré, así que tu tampoco.

Toda la mañana conversó y le decía cuanto la amaba, muy contenta continuó el día y lo vio, a él. Nuevamente con lágrimas en los ojos contó su historia:
-          Pequeña, no te irás y si así fuera ni un solo día dejaré de pensar en ti, de amarte y de ver las estrellas.
-          Donde quiera que vaya estaré contigo, te amo.

Por la noche despidiéndose con un dulce beso en la frente de su madre, salieron de sus labios las palabras más dulces que su amado y su madre hayan escuchado:
-          Los amo
Finalmente, de un suspiro y cerrando los ojos no fue más un sueño…

13 de enero de 2010

Ana Helena

Ana Helena, Ana Helena, Ana Helena, escribía Christian línea tras línea sabiendo que le es imposible acercarse a ella.

Ella, Ana Helena, siempre estaba con todos los muchachos, coqueteando, sonrojada con ese disfraz que tanto le agrada, el de oveja siendo lobo. Ana Helena… siempre tan extrovertida, tan libre, tan fugaz, tan… tan… antojable.

Christian la soñaba, día tras día, tenerla de frente en el sillón, usando sólo ese colguije extraño que trae puesto a diario. Pasar la superficie de los dedos por todo ese cuerpo perfectamente moldeado y llegar a donde todo el universo explota. Tomar un hielo y deshacerlo en su espalda, besarla, tomarla, simplemente adorarla en la suavidad inmensa de la seda y la calidez llameante de su piel.

Es irónico que  muchos han estado antes con ella, justo como Christian la sueña… su Ana Helena, sí, muchos hombres atractivos la han amado y qué envidia les tenía Christian no por ser atractivos, si no por ser hombres, ya que Christian por puntada de su padre tenía una sola cosa de un varón, el nombre.

5 de enero de 2010

Papeles



Mar se levanta con frío, botando el periódico que apenas le cubre el torso, hace un intento por limpiarse las lagañas, pero apenas ve sus manos tan sucias y pegosteosas que decide da lo mismo con o sin lagañas.

Se encuentra en una nube de olores penetrantes que ya casi dejan de marearla, o al menos eso le dice José, prometiendo que pronto se acostumbrará y que le perdone pues hoy también tendrá que usar eso que causa los olores y que a ella le provoca le de vueltas la cabeza.

Mar va juntando los años y a sus 29 no ha podido saber lo que es un hogar pero José le promete que pronto, él con su nuevo trabajo retratando espectáculos  y ella con su promoción en el periódico podrán comprar el departamento del frente, para por fin dejar en el que ahora viven como estudio fotográfico.

Fin.



Notas de autora: No espero que lo entiendan pero si alguien lo hace, hágamelo saber.


Eritia Istar K-rol