20 de enero de 2010

A...

Sin embargo seguía suplicando que él regresara, sólo el viento la escuchó, su respuesta:… agitar su alma.
Una oscuridad tan negra como el alma creadora del mal, como la noche sin astros en su infinito; la dejó perpleja, asustada. La voz…aquella que siempre la había aconsejado, que le decía lo mal que había hecho al dejarlo ir…-tu consuelo… un espíritu- decía. No sintió miedo, tranquilidad… nada más.
El invierno, por la tarde, a través de la ventana se veía al cielo llorar lágrimas dulces y casi tan gélidas como el hielo. El frío calaba en los huesos hasta provocar el temblor de su cuerpo, ella llegó al lecho cada vez más tibio y que ausentaba el helado clima. Paz infinita. Los brazos de aquella que siempre cuidó de ella, tan suave como el alma que tenía por dentro. Aquella señora, con todas sus letras, le había enseñado lo suficiente para la vida, le dio alas y la dejó ser libre, volar y caer. Aquella en cuyos ojos ves la infinita bondad. Se iba desvaneciendo en el fondo, en la mente, en el recuerdo, a lo lejos.
Ella, ruegos al cielo -¡que no se vaya, me dio la vida!- y soltó el llanto más amargo, como aquel que pierde todo lo que más siempre quiso, lo único que poseía, como el pequeño al nacer y no poder respirar. Sus lágrimas eran tan frías como aquella lluvia de invierno, rasgaban sus mejillas, no por ser álgidas, sino por ser hielo y navajas que nacían por el dolor de lo perdido.
El viento, la oscuridad, la voz: - tu respuesta…un espíritu-.
Amores distintos, de gran parte de su vida, perdidos en un mismo momento, desaparecidos en la nada.
Remordimientos, temores, incertidumbre. ¿Qué pasará con ella?, ¿Qué será si un día olvida el amor?, ¿Porqué se le va como el humo?, ¿Por qué se lo quita? Ella no puede responder.
El viento, la oscuridad, la voz…-tu esperanza…un espíritu-.
Ella sumergida en su tristeza intenta hablar con aquel desconocido acompañante de toda la vida.
- ¿Cuál es tu nombre?
- Tú lo sabes
- ¿Te conozco?
- Desde siempre
- ¿Quién eres?
- Tú
Sorprendida, toma tiempo para conversar con esa voz… con su conciencia, amiga incompresible y a veces incomprensiva, buena consejera pero en momentos mala acompañante. Platicaban:
-          ¿Por qué se fueron? Dijo ella
-          No se fueron- contesta la conciencia.
-          ¿Entonces?
-          Tú te fuiste
-          ¿Yo? Pero si aún quiero estar con ellos, ¡los amo, no puedo irme!
-          Tuviste que convertirte en un espíritu.
-          ¿Estoy muerta?
-          No, aún sólo un espíritu. Nadie muere, siempre permanece.
-          ¿Puedo regresar?
-          Sólo si tú quieres.
-          ¡Quiero! Pero… ¿cómo?
-          Un espíritu, lo he dicho.
-          Ya lo soy. Lo dijiste.
-          No, ser algo más que un fantasma
-          ¿Qué?
-          Lo que quieras.
-          Humana nuevamente.
-          He dicho un espíritu.
-          Entonces en un ser que cuide de ellos todo el tiempo, que no me separe un solo instante de mi madre y de él.
-          Puedes ser eso, pero hay consecuencias
-          ¿consecuencias?
-          Los cuidarás por siempre y estarás junto a ellos, pero no podrán verte ni platicar contigo frente a frente, sólo te escucharán en sus sueños y no lo recordarán en sí.
-          ¿Podré consolar sus tristezas?
-          Sólo aferrándote, pero… No podrás estar con ambos.
-          ¡Dijiste que estaría con los dos!
-          No afirmé ello.
-          Sabes que a él y a mi madre los amo.
-          Tendrás que escoger.

Y cayendo en una profunda tristeza, se puso a meditar hasta concluir que son amores diferentes pero ambos eran igual de fuertes. Entonces decidió preguntar:
-          ¿Existe otra solución?
-          ¿No puedes con tal carga?
-          El amar no te permite escoger o dejar a alguno.
-          ¿Es tan complicado?
-          Sí, insisto, los amo con toda el alma y ahora comprendo que no puedo estar sin ella que es la mujer más especial, o sin él, que es un hombre único… cómo lamento no haberme disculpado y despedido.
-          Sabía que no podías elegir. Entonces…
-          Entonces me dejarás regresar y estar con ellos.
-          No, pero tienes otra opción…
-          Dila, no calles.
-          Puedes convertirte en una estrella.
-          Pensé que las estrellas eran planetas en llamas.
-          Son personas que no pueden ser olvidadas.
-          Entonces ellos me aman.
-          Eso es seguro.
-          Y ¿para qué quiero ser yo una estrella?
-          Porque ellos cada noche mirarán el cielo, de alguna forma sabrán que eres tú y podrás verlos, lejos, pero los cuidarás y tu luz siempre les dará esperanza.
-          En la estrella existiré.
-          Una de las más brillantes.
-          Pero… déjame regresar y decir adiós.
-          Nadie tiene esa oportunidad.
-          Sólo un día, no pido más, para estrecharlos contra mi corazón y decirles que los amo.
-          Toda tu vida lo demostraste.
-          Es sólo un día, para amarlos un día más, uno solamente.
-          Sólo un día será.

Amaneciendo estaba, cuando su madre llamó a su puerta y de un estrepitoso salto se lanzó a sus brazos llorando:
-          Madre, he soñado que me iba, que desaparecías y que él también lo hacía, y que me convertiría en ángel y luego en una estrella para cuidarlos!
-          Tranquila, segura estoy que si estrella fueras, serías la más brillante. Yo no me iré, así que tu tampoco.

Toda la mañana conversó y le decía cuanto la amaba, muy contenta continuó el día y lo vio, a él. Nuevamente con lágrimas en los ojos contó su historia:
-          Pequeña, no te irás y si así fuera ni un solo día dejaré de pensar en ti, de amarte y de ver las estrellas.
-          Donde quiera que vaya estaré contigo, te amo.

Por la noche despidiéndose con un dulce beso en la frente de su madre, salieron de sus labios las palabras más dulces que su amado y su madre hayan escuchado:
-          Los amo
Finalmente, de un suspiro y cerrando los ojos no fue más un sueño…

1 comentario:

  1. Tristeeeeeee, tristeeeeeee, nooooooooooooo!
    Ahhhhhhh!!
    Bueno bueno, bonita entrada sí, muy bonita. Quizá todos querríamos tener alguna vez la oportunidad para regresar del Hades. Pero nadie vuelve, y todos terminaremos ahí.

    Quizá, debamos cargar siempre un trozo de carne para burlar al Cancerbero y regresar aunque sea un instante a decir ¡adios!.

    :P

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